"I tried to be perfect
but nothing was worth it,
I don't believe it makes me real."
Pieces, Sum 41
Un
día de nubes grises.
La
camarera deja la infusión sobre la mesa y se aleja dando esos pasos
tan característicos suyos como de una modelo de pasarela. Hacía
tiempo que no volvía allí. "El rincón de los pensamientos".
Así lo bauticé la última vez a ese cómodo sillón de cafetería a
juego con la mesita de cristal que tenía en frente. Pero el sillón
en sí no era merecedor de un nombre, sino su ubicación junto a una
amplia ventana que da a una placita con una fuente semi gris que
debía ser blanca en el centro. No es un nombre muy original, pero es
sólo mío, así que poco importa.
Envuelvo
la taza de porcelana con mis manos y aspiro el vapor que desprende.
Suspiro. Menta poleo, como no podía ser de otra forma. Doy un sorbo
y miro por la ventana. Siempre me han dicho que podría con ello, que
se me da "genial", que sólo necesito práctica... Suspiro
y doy otro sorbo, teniendo cuidado de no quemarme. Dirijo la mirada a
la fuente. Agrietada, vetusta y sucia, pero aún así emanando agua
cristalina sin cesar. De pronto veo que un niño se acerca a ella con
algo en la mano. Con él está una mujer que con una sonrisa en la
cara le dice algo al pequeño. Éste cierra los ojos y tira al agua
lo que agarraba con el puño cerrado. Un débil destello se abre paso
entre las aguas. Una moneda. El niño estaba pidiendo un deseo. Si
tirara una moneda por cada intento de alcanzar eso por lo que tanto
me esfuerzo, necesitarían una fuente tan grande como para llenarla
también de peces de colores y crear así un "océano urbano".
Me
acerco la taza a los labios y esta vez doy un trago largo con los
ojos cerrados, dejando que el agradable calor del agua y el suave
frescor de la menta me abracen por dentro. Esta sensación siempre me
resulta reconfortante cuando me siento así: frustrada, insegura,
desganada... Deberían inventar más palabras para los sentimientos,
no me creo eso de que sean inenarrables, o al menos me apoyo en ello
de manera esperanzada.
Vuelvo
a dar otro largo trago tras suspirar una vez más. Ahora volveré a
casa, me sentaré, resoplaré y volveré a encender el ordenador. El
último intento. Si no consigo hacerlo bien, se acabó. Me olvidaré
de todo esto. ... Por favor. ¿A quién voy a engañar? Sé que no
voy a dejarlo. No puedo. No podría lidiar con el profundo vacío en
el pecho que me ahogaría después de eso. Al fin y al cabo escribir
es una parte fundamental de mí para ser yo misma.
Me
levanto del sillón, dejo la taza en la barra y doy las gracias. Alzo
la vista al cielo. Bueno, al menos, lloverá.
Me ha encantado y el título me ha llamado mucho la atención :D
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, gracias por el comentario.
Eliminar¡Nos leemos!