El precio de jugar con la muerte es que ella también querrá
jugar contigo. Eso le quedó muy claro después de que evitara que aquella bala
penetrara en el pecho de lo que se había convertido en lo mejor que le había
pasado en su vida. Éste le advirtió cuando se conocieron que no debía enamorarse de
él, que debía alejarse de su lado, que no
era lo que creía que era…
Se levantó y, como cada nuevo
día desde entonces, se dirigió a aquel almacén en ruinas, donde sabía mejor que
nadie que él corría un gravísimo peligro. Sabía perfectamente lo que iba a
pasar: llegaría sin apenas tener aire en los pulmones, se lo encontraría arrodillado
en el suelo con la cara ensangrentada, un hombre con el rostro escondido tras
un pasamontañas le estaría apuntando con una pistola negra, ella lo llamaría a gritos y correría
hacia él, el hombre del pasamontañas dispararía y ella llegaría justo a tiempo
para empujarlo y conseguir que disparara a otra parte. Todo sucederá así, como un juego, siguiendo el mismo ritual una y otra vez.
Llegó por fin, sintiendo el mismo dolor en las piernas y la
misma palpitación en los oídos. Casi se había acostumbrado a ellos. Los dos
estaban allí… pero presentía que algo no iba como debería, que algo había
cambiado, pero aún no sabía qué. ¿Será ésta la última partida de este terrible
bucle? ¿Conseguirá despertar con él a salvo a su lado…por fin?
Gritó al hombre de la pistola y se dirigió hacia él con la
máxima velocidad que le permitían sus doloridas piernas. Pero su presentimiento
se acentuó. No, no podía ser. No iba a llegar a tiempo. << ¡NO! >>
Aún faltaba algo menos de la mitad de la distancia que debía correr, cuando algo que no debía ocurrir cambió por completo el rumbo que hasta
ahora había seguido aquella tortura. El eco del disparo empezó a ahogarse y a
convertirse en un electrificante silencio. Se cayó de rodillas. La respiración
disminuía y un punzante dolor en su vientre crecía. Aquello no debía suceder,
no debía de haber sido así. No lo entendía. Miró hacia arriba y vio cómo el
hombre que la había disparado se quitó el pasamontañas. El aire la abandonó por
completo. Era él. Miró hacia el otro lado y se dio cuenta de que en realidad no
había nadie más. Era él, aquél a quien le había dado algo más que su corazón:
su confianza.
Lo miró fijamente, y de su boca salió un moribundo balbuceo
que pretendía ser un ¿por qué? Antes
de que todo se volviera negro, consiguió distinguir algunas palabras que
salieron burlonas por su boca: <<…
es que ella también querrá jugar contigo... >>.
Muy chulo y que bien escribes me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Mis Momentos De Relax.
¡Muchas gracias! Me alegro mucho de que te haya gustado ^^
Eliminar¡Que genial Janire!
ResponderEliminarNo sabía que escribías, muy guay :)
¡Gracias! ^^
EliminarMe encantas como escribes.
ResponderEliminarGracias :)
Eliminar*-* Creo que no podré describir con palabras cuanto me ha gustado.
ResponderEliminarNecesito que aparezca un libro con una trama así *-*
Me alegra muchísimo que te haya gustado ^^
Eliminar*-* ¡Simplemente me encantó!
ResponderEliminar¡¡Besos!! ^^