Maroo siempre tenía la puerta cerrada y nunca me dejaba
entrar. Tampoco me contó jamás qué es lo que había en esa habitación. Se encerraba
en ella por las noches y cuando a la mañana siguiente se iba a su puesto de
guardia en el bosque, cerraba con llave y se iba.
A veces oía ruidos extraños tras la puerta, como si algo o
alguien la rasgara pidiendo salir de allí. Otras veces, el ruido era el de los
muebles al golpear el suelo mezclado con el sonido de los cristales rotos. Después
de que eso ocurriera, Maroo no salía de aquella habitación hasta el anochecer.
Todo aquello inflaba con creces mi curiosidad. Cuando le pedía
que confiara en mí, esta me decía que yo nunca dejaba de gulusmear allá donde
estuviera, que no soportaba desconocer secretos, y que algún día mi ansia por
cotillear me traería problemas. Y era cierto. Era una niña inocente y curiosa
que todo lo quería saber, y lo de la puerta me tenía en ascuas desde hacía
meses. Aun así, nunca me atreví a desobedecer a Maroo, no había mayor problema
que mi hermanita mayor se enfadara, aún tiemblo cuando me lo imagino…
Pero aquella vez… aquella vez fue distinto. Maroo se fue tan
distraída a su puesto de guardia que se dejó la llave sobre la mesa. Era mi
oportunidad, y aunque tuviera miedo, no podía dejarla escapar. La tenía
atrapada como si de una red se tratara, una red Caza-secretos-tras-la-puerta.
Llevaba toda la mañana haciendo cábalas sobre lo que podría encontrarme allí
dentro y sobretodo en si Maroo se enteraría de lo que iba a hacer.
Me quedé mirando la puerta. En serio, ¿y si Maroo descubría
que había entrado? Pero claro, no tenía por qué pillarme, por lo que no debía
dejarme llevar por algo tan contingente, ¿no?
Metí la llave en el cerrojo y la giré suavemente, emitiendo
un breve chasquido. Abrí la puerta lentamente provocando un chirrido que me
erizaba los pelos de los brazos hasta la nuca.
Barrí con la mirada toda la habitación, hasta que mis ojos se
encontraron con aquello. No me lo
creía. No hacía justicia en absoluto ni a mis elucubraciones más imaginativas,
sino que las superaba con creces, como del suelo al Tercer Cielo de Demma. [1]
Sobre una manta deshilachada y hecha jirones, situada bajo
una ventana bien asegurada, una cría de unicornio me miraba expectante. Al
darse cuenta de que no era quien espera que fuera volvió la cabeza y cerró los
ojos, lo que hizo que la pudiera observar con mayor determinación. Aquella
criatura tenía la pata trasera vendada y varias heridas aun impregnadas de
ungüentos y pomadas posiblemente fabricados por mi hermanita. Me quedé
paralizada. Me resultaba inaprensible que aquello pudiera estar en nuestra
casa. Miré por alrededor sin apenas moverme de donde estaba.
Salí de mi desconcierto en cuanto oí cerrarse la puerta de
la entrada. Maroo había vuelto.
-
¡Kyra! ¿Has visto mi llave? La que llevo siempre colgada del cuello…-Se detuvo un momento y
después se dirigió hacia donde me encontraba-
¿Kyra qué…?
Adiós a las frambuesas y los cuentos después de comer. Me
había metido en un buen lio.
Buen relato que mantiene la intriga hasta el final. Y lo de la cría de unicornio era algo completamente inesperado. Con suspense y un toque de sorpresa muy bueno.
ResponderEliminarUna vez más. gracias por tu comentario y tu opinión, Writer of fancy, me encanta que me escribas ;) Me alegra mucho que te haya gustado el relato.
EliminarHola! Muy buen relato me ha gustado mucho y te mantiene en tensión hasta el final. Nos leemos!
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